La verdadera adoración
- REFLEXIÓN
- Vía: Letras Pentecostales
La verdadera adoración se refleja en un estilo de vida permanente, 24 horas al día, que agrada a Dios; La verdadera adoración es una vida consagrada al máximo al Señor, en obediencia a El, en todo tiempo, en todo lugar (Jn 4:23, Col 3:22-24).
Música y/o canto puede hacer cualquier persona con un poco de talento, pero adoración solo aquellos cuyo corazón está arrepentido y humillado delante de Dios y le aman con todo su corazón. Y fuimos llamados a ser adoradores, no a hacer música ni canciones.
La alabanza es el reconocimiento agradecido a Dios por lo que El hace, en tanto que la adoración es el reconocimiento que le damos a El por quién El es, y como resultado de ello, cuando la adoración es genuina, desemboca en una rendición y consagración total a El en todas las áreas de la vida y en todos los instantes.
Sin un corazón agradecido no puede haber verdadera alabanza ni verdadera adoración.
Alabar y adorar es nuestro supremo lenguaje de amor a Dios.
Hay dos tipos de alabanza y adoración: la que hacemos eventualmente, y la que se convierte en un estilo de vida continuo (Su alabanza estará de continuo en mi boca, en todo tiempo alabaré a Jehová, Sal 34:1, Jn 4:23).
Las maravillas del clima deberían precipitar nuestra alabanza.
Nuestro trabajo es alabar a Dios, no a nosotros mismos.
El poder de Dios es razón para alabarlo.
Nuestro objetivo en la vida: honrar a Jesucristo en todo lo que hacemos. Ello es lo mismo que ser un adorador en Espíritu y en Verdad: en todo tiempo y lugar.
• Exo 19:6: “Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes y gente santa.”
• Jn 4:23: “Pero se acerca la hora, y ha llegado ya, en que los verdaderos adoradores rendirán culto al Padre en Espíritu y en Verdad, porque así quiere el Padre que sean los que le adoren.”
• Sal 37:4. “Deléitate en Jehová y El te concederá las peticiones de tu corazón.”
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